Los colores suecos
Una vez le pregunté a un local de Estocolmo por qué, siendo el invierno suficientemente oscuro, sus habitantes tendían a vestir colores neutros o poco vibrantes. Era algo que me parecía contradictorio, o por lo menos, contraproducente a nivel psicológico. Tras unos segundos de reflexión, puesto que nunca se había hecho esa pregunta, me dijo: Supongo que tiene que ver en cómo los suecos percibimos el color. Vivimos rodeados de naturaleza, y es ahí de donde asimilamos colores. Nuestras ropas reflejan nuestra percepción de aquellos que nos resultan más comunes en el paisaje. Más familiares a nuestros ojos.
A partir de esa acertada aclaración, entendí que Suecia y sus colores están estrictamente relacionados por la luz. Durante un año viviendo en persona sus contrastes entre estaciones del año, he encontrado similitudes entre colores de vestimenta, mobiliario, interiores y naturaleza. En invierno, todo pierde saturación, el gris impera, las sombras se transforman en azul y los días de sol, tiñen de amarillo. En el breve verano, el verde vuelve a renacer.
En mis dos últimos meses de confinamiento, fui especial visitante de parques naturales y bosques. Ciertamente, allí encontré una cromaticidad que, después de todo, ya me resultaba familiar.